Muñoz Molina: “Nuestra
educación es desastrosa”
El premio Príncipe de Asturias de las Letras
reivindica en Oviedo la cultura como motor contra la crisis
Periódico El País 23 de Octubre de 2013
Puso
expresión soñadora en su semblante serio de profesor y esbozó una sonrisa. Ante
él, deslumbrado aún por los flashes de los fotógrafos y los fastos y protocolos
miles que enmarcan esta semana las jornadas de los galardonados con los premios Príncipe de Asturias no se levantaba un
muro de corbatas y celebraciones, sidra y gaitas, sino una mujer anhelante en
una ciudad adusta (y Vetusta) y un largo río que serpenteaba peligrosamente
hacia los límites de la cordura en el Congo. Le acababan de preguntar a Antonio
Muñoz Molina, flamante premio Príncipe de Asturias de las Letras,
qué libros le hubiera gustado escribir. “Muchísimos”, suspiró. “Una novela
sobre una ciudad como La Regenta, y no lo digo porque estemos aquí.
O El corazón de las tinieblas. No hubiera
tenido ningún problema en escribirlos, si hubiera podido”.
En su primer
acto hace unas pocas horas en el extenso programa de los premios, que incluye
desde proyecciones de cine a demostraciones de perros guía de la ONCE, pasando
por clases magistrales de golf y charlas sobre el bosón de
Higgs –¡con ingesta de cerveza incluida! (eso no hay que
perdérselo)-, Muñoz Molina ha hablado de lo divino (la literatura) y lo humano
(la crisis). A la pregunta de si estamos en la senda de la regeneración de los
valores, ha contestado: “Hay mucha gente que ha mantenido esos valores todo este
tiempo, los de la legalidad, el trabajo y las responsabilidad democrática.
Ahora hay gente que es más consciente de la importancia de esos valores, pero
no hay que olvidar a esos muchos que no los han perdido nunca, que se han
dedicado siempre a enseñar, a cuidar a otros, a investigar”. Ha dicho el
novelista que tiene la esperanza de que nuestra sociedad corrija sus “viejos
vicios”.
Ha deplorado
el premiado la situación del español, convertido casi “en una variante del
inglés” por mor de la “catástrofe del doblaje”. Y ha reflexionado que las
letras sufren con la situación actual a causa de “la suma de varios
infortunios: la crisis económica general, el muy complicado tránsito del mundo
analógico al digital, la piratería, y el desinterés de los poderes públicos,
que en lugar de apoyar se dedican a socavar la cultura con todo su empeño”.
Muñoz Molina ha considerado que el problema no es solo en España sino en todo
el mundo hispánico y ha puesto a Francia como ejemplo de manera de cuidar la
cultura, no por razones altruistas sino por el beneficio para el país. “En
España, con un modelo económico fracasado que es el de la especulación
inmobiliaria, la cultura ofrece un sector competitivo pero los poderes públicos
se niegan a verlo con extraordinaria obcecación. Se ayuda la industria del
automóvil pero no a la del libro”.
El escritor
ha señalado los 1.200.000 puestos de trabajo que ha creado la cultura en
Francia, y los 8.500.000 en toda la UE, y ha recordado “el impacto económico
del Museo del Prado, la catedral de Oviedo o el que podría tener un cine fuerte
y próspero”. Del inveterado déficit lector de los españoles ha subrayado que
una buena educación literaria no tiene que ver solo con la literatura. “La
literatura es uno de tantos modos del ser humano de explicar el mundo”, ha
dicho, y ha apuntado que hace falta a la vez una buena educación científica,
estética y cívica. Para el novelista, “de acuerdo con cualquier criterio que
usemos, nuestra educación es desastrosa” y “no podemos tener un modelo
productivo distinto si no tenemos un modelo educativo sólido”. Ha criticado los
planes para resolver eso como “una comedia vista una y otra vez” y cuyo primer
acto es la publicación de datos malos, el segundo el rasgarse las vestiduras,
el tercero las preguntas a los políticos y no a los profesores que sufren las
consecuencias de todo. “A continuación, los políticos de izquierda culpan al
franquismo, y los de derechas a los socialistas. Y seguidamente se hace una ley
atolondrada que durará muy poco”. La solución ha dicho, “es preguntar a los que
están en la obra, a los docentes, y fijarse en los países en los que la
educación funciona mejor; ser pragmáticos y dejarse de ideologías”.